Las prisiones para féminas reducen su ocupación

9 ene 2013



El número de presas decrece en torno al 10% anual. La crisis no ha supuesto la transferencia de la penuria cotidiana al espacio carcelario, como muchos expertos avanzaban.


                                      Foto: Gloria García, ex reclusa aficionada a la fotografía. 
El número de reclusas en España se sitúa en torno a las 5000 presas. La crisis y un paro ascendente anunciaban un repunte de la delincuencia que no se ha producido. Paradójicamente, cuando el malestar social es más evidente las conductas susceptibles de internamiento bajan.


Desde el centro de Alcalá Mujeres aseguran que el principal motivo por el que se produce esta caída es "la modificación de la pena de tráfico de drogas", que ha pasado de nueve a seis años. Pero se da otro curioso motivo que el subdirector de régimen de la prisión de Alcalá Mujeres, Javier Pérez, nos resume con una elocuente frase: “delincuentes de otros países vienen a delinquir aquí. La vida en una cárcel como ésta no tiene nada que ver con una de Rumanía, por poner un ejemplo”.  Cuando la situación económica era propicia, España era uno de los destinos favoritos también por la moderada dureza de sus centros de internamiento. Los delincuentes evitan los países con sistemas más duros.
Según el Balance deCriminalidad publicado por el Ministerio del Interior, que recoge los datos del año 2011 (todavía no se conocen las estadísticas de 2012), las infracciones penales por cada 1.000 habitantes en España son menos de 50, lo que nos coloca en niveles inferiores a la media de la UE y de países como Suecia o Alemania. En el ámbito femenino estas cifras delictivas se reducen más de 10 veces, es decir, alrededor de cinco infracciones por cada mil habitantes.
En España hay 70000 reclusos de los que un porcentaje mínimo son mujeres. El director de la prisión de Alcalá Mujeres, Jesús Moreno, argumenta que si la mujer entra en prisión “hay aspectos que quedan desatendidos en su familia”.
En núcleos marginales, que frecuentemente son los que acaban en prisión, el papel del marido como sustento económico es más acusado que en otro tipo de estructuras familiares y el cuidado de los hijos recae más directamente sobre la madre. Las mujeres que no tienen cargas familiares delinquen como “parte de un grupo delictivo formado por hombres, tienen un rol de cierta sumisión o dependencia de su pareja y, en ciertas ocasiones, no tienen elección”, sentencia Moreno. Por lo tanto, hay pocas mujeres que cometen faltas o delitos de modo autónomo.
El subdirector de régimen, Javier Pérez, explica que el principal motivo por el que se produce esta caída es “la modificación de la pena de tráfico de drogas, que ha pasado de nueve a seis años. Nosotros tuvimos casi 700 hará dos años y ahora estamos por 500 y poco”.
Para Pérez esta reforma supone que el delito más común entre las mujeres conlleve una menor privación de libertad. Añade que el descenso del fenómeno de la inmigración ha propiciado esta situación. “Hay un sector que tiene un objetivo, que quizá ahora con la crisis económica haya quedado relegado, es el de quedarse en España. Traer droga era una forma sencilla de pagarse el billete y de recibir también un dinero: 1000, 1500 o 2000 dólares”. La inmigración no ve un futuro en España y “muchas que salen de la cárcel se van a sus países al no tener posibilidad de quedarse aquí a trabajar”.

Desde Alcalá Mujeres sostienen que a nivel penitenciario la reforma del Código Penal no va a afectar. Comprende el endurecimiento de penas para delitos residuales. Añaden también que las medidas alternativas ayudan al menor internamiento porque mejoran la reincorporación de esas personas sin necesidad de pasar por prisión. Con respecto a la situación dentro de la prisión, Moreno indica: “las mujeres tienen unos objetivos más claros a la hora de trabajar para salir antes de prisión”.
Pérez mantiene que “si vas al Corte Inglés y robas unos pantalones, no vas a entrar en la cárcel”. Para éste, los hurtos, si no se reincide, no llevan a prisión pues son delitos de pocos meses que se pueden suplir con otras condenas diferentes a la reclusión. 
Las presas sentencian con optimismo su futuro: “de aquí se sale”. Saben que pueden ayudar más fuera que dentro y que ahora sus actos acarrean más daño si cabe, en una sociedad que demuestra su civismo insistentemente, prueba de ello son estas cifras.

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