Laura García
Galeán | Coordinadora
del equipo técnico de la Plataforma de Entidades de Voluntariado de la
Comunidad de Madrid
Hay mucho escrito sobre el voluntariado: el perfil del
voluntario, qué cambios experimenta en tiempos de crisis y un largo etcétera.
Pero ¿cuál es la realidad que se vive en la Comunidad de Madrid dos años
después del Año
Europeo del Voluntariado? La coordinadora del equipo técnico de la Plataforma
de Entidades de Voluntariado de la Comunidad de Madrid (FEVOCAM), Laura García
Galeán, analiza estas y otras cuestiones. Como ella misma dice (sobre la Carta
del Voluntariado), "no hay datos, que es lo que al final crea noticia,
pero hay planteamientos".
La coordinadora del equipo técnico de la Plataforma de Entidades de Voluntariado de la Comunidad de Madrid (FEVOCAM), Laura García Galeán. / BEATRIZ RODRÍGUEZ
FEVOCAM es un conjunto
de entidades que comparten el objetivo de la promoción del voluntariado, la
sensibilización y la interlocución con otros actores sociales. Todas esas
entidades coinciden en dos aspectos: el primero, que tienen personas
voluntarias y, el segundo, que tienen programas de voluntariado en la Comunidad
de Madrid, independientemente de que, además, desarrollen programas en otras
comunidades o países.
Pregunta. 64
entidades y 37.000 personas voluntarias en la Comunidad de Madrid, ¿son buenas
cifras para el voluntariado?
Respuesta: FEVOCAM no agrupa todas las entidades de la
Comunidad de Madrid, pero es una buena cifra. 37.000 personas voluntarias en
las entidades miembro de FEVOCAM es una aproximación subestimada. En el momento
de la solicitud de datos, no todas las entidades contestaron. En cuanto al número de entidades, considero que es una buena representación del
sector en la Comunidad. Sin embargo, no podemos olvidar que estamos en una
situación social muy determinada. Es un momento crítico y muchas entidades no
disponen de capital económico para sostenerse. Supongo que en años venideros, y
ojalá me equivoque, puede que el número de entidades se reduzca. Por esto, es
importante buscar, y es en lo que estamos, nuevas formas de autofinanciación y de diversificación de
fondos que nos van a permitir ser mucho más independientes de la administración
pública, pero creo que también tenemos que reivindicar el papel que tiene ésta.
Tienen una serie de obligaciones y de compromisos que no podemos obviar.
P. ¿Hay lugares a los
que no llegan las administraciones y sí llega el voluntariado?
R. Sí, claro, hay muchos lugares y hay que ser cuidadoso.
¡Claro que hay una crisis económica! Hay una crisis económica, social y del
sistema. Ya no funciona lo que ha venido funcionando, no se sostiene. Pero
tenemos que tener cuidado con utilizarlo como excusa. Y hablo en primera
persona del plural, como tercer sector, pero lo amplío a la sociedad en su
conjunto.
P. ¿Cuáles son los
principales obstáculos a los que se enfrenta el voluntariado?
R. Creo que el mayor riesgo es la posibilidad de
instrumentalizar el voluntariado, de utilizarlo o tener una visión
excesivamente individualista, cuando el voluntariado es puramente colectivo. Es
estar con otros, para hacer algo por otros y con otros. Si el voluntariado
únicamente se centrara en acciones concretas, se estaría poniendo un parche,
pero la situación de injusticia permanecería. Las tiritas no curan. En un
momento dado, permiten que no se infecte más la herida, pero además de utilizar
una tirita, que es importante, hay que desinfectar. Aunque desde FEVOCAM no
trabajemos con colectivos o con personas, trabajamos con entidades y es nuestra
misión como plataforma favorecer esa visión del voluntariado. Por eso se creó
la Carta
del Voluntariado, un documento participativo, consensuado y asumido.
P. ¿Es necesaria una
creciente profesionalización y formación en la gestión del voluntariado y en la
propia acción de las personas voluntarias?
R. Por supuesto, veo necesaria la formación. De hecho, en la
Carta del Voluntariado hablamos de que es fundamental el itinerario del
voluntariado. Al igual que las personas voluntarias adquieren un compromiso, es
compromiso de las entidades cuidar a las personas voluntarias, ampliar la
mirada del voluntario, implicarle con la realidad. Hay que generar espacios de
formación continuada y espacios de reflexión, de participación, de encuentro
con otros y no solo con otras personas voluntarias, generar estructuras más
horizontales y favorecer el enriquecimiento de la propia organización y del
propio sistema.
P. ¿Cuál es el perfil
actual del voluntario en Madrid? ¿Se corresponde con el perfil que dibujó la Plataforma del Voluntariado
de España (PVE) en 2008 (el 42%
son hombres, el 58% mujeres y la franja de edad con mayor participación es la
que se sitúa entre los 26 y los 35 años)?
R. Entre 2008 y 2013 han pasado muchos años y es un periodo
en el que ha habido muchos cambios. En algunas cosas el perfil es bastante parecido,
sigue siendo mayoritariamente femenino, pero creo que ahora mismo podemos
hablar de un perfil bastante más heterogéneo. No hay un estudio concreto en la
Comunidad de Madrid, pero la franja de edad ha aumentado, también a causa de la
inversión de la pirámide poblacional, y contamos con más gente mayor.
P. ¿Existen datos
sobre la contribución del voluntariado a la cohesión económica y social de la
sociedad?
R. El voluntariado hace crecer a la sociedad y habla de una
sociedad muy sana. Es una manera de participar por una sociedad en la que crees
y en función de unos valores muy determinados: la igualdad, la solidaridad, el
compromiso. No, no existen datos, pero desde luego contribuyen. Estamos
desprovistos de herramientas y sería necesario poder hacer estudios que
midiesen el impacto de nuestras actuaciones. También, haciendo un poco de
autocrítica, seguro que podríamos dedicar más tiempo a medir el impacto social,
ver cómo podemos ser más eficaces y eficientes, porque es además una manera de
sensibilizar y de generar un pensamiento colectivo.
P. ¿Se debería
incluir el voluntariado en los informes sobre población activa (Informe de Naciones Unidas sobre la
situación del voluntariado en el mundo, página 25)?
R. El problema de meterlo ahí es que se reduce a una
medición económica y es arriesgado. Se corre el riesgo de instrumentalizarlo.
No se trata tanto de incluirlo en las estadísticas de población activa, sino de
darle visibilidad de otra manera y ver cómo medir el impacto social que genera.
P. Hace poco más de
un año, la PVE detectó un incremento del 20% en el
número de personas voluntarias,
¿aumenta el número de personas voluntarias en tiempos de crisis económica?
¿Continúa esta tendencia? ¿A qué cree que se debe?
R. En época de crisis hay un mayor número de personas
voluntarias que se van acercando a las entidades, desde motivaciones muy
diferentes y todas válidas. Por ejemplo, gente que se ha quedado en paro y
quiere ocupar su tiempo. Luego, debe haber una labor de la entidad para ampliar
esta motivación. El voluntariado tiene un fin de transformación social
importante y no debemos quedarnos en un voluntariado instrumental o
utilitarista. Se trata de generar espacios de participación, donde
verdaderamente nos convirtamos en escuelas de ciudadanía y de transformación
porque creemos que las cosas pueden ser diferentes. Es acercarse a realidades
de personas en situación de exclusión, a realidades donde los derechos son
vulnerados.
P. Y, para terminar,
¿qué le diría a una persona para animarla a hacerse voluntaria?
R. No soy una persona de eslóganes, pero supongo que algo
como “Conoce la realidad, implícate”, o “Te indignas ante la realidad, crees
que es posible un cambio, te juntas con otros y te pones en marcha”.
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