Un comedor lleno de invisibles

3 ene 2013


El comedor del colegio Rufino Mansi en Alcaudete de la Jara, Toledo, suspende su servicio por falta de alumnos. La Junta de Castilla la Mancha elimina las becas de comedor y los padres no pueden pagar la cuota establecida. La jefa de cocina y su ayudante continúan cada día en su puesto de trabajo sin realizar ninguna función


 

 
La actividad en el comedor del colegio Rufino Mansi de Alcaudate de la Jara, en Toledo, ha cesado pero tanto la jefa de cocina Felicita Martín López como su ayudante Pilar Aranda, ambas personal laboral de la Junta de Castilla La Mancha, acuden como cada día a su puesto de trabajo. “Aquí las horas se nos hacen larguísimas y no estamos habituadas a no hacer nada porque toda nuestra vida hemos estado trabajando”, este es el sentir de Pilar Aranda que, tras quedarse sin niños a los que atender, debe estar en su puesto de trabajo siete horas y media cada mañana. Al igual que ella la jefa de cocina piensa que “si te pagan hay que estar no hay más remedio”.
 
Comer en la escuela es hoy una tarea complicada y costosa para los padres de los niños que durante su vida escolar se han alimentado en las instalaciones del colegio Rufino Mansi. El pasado curso acudían al comedor 60 alumnos, aproximadamente, para recibir los servicios que el centro prestaba. La mayoría de los estudiantes que asistían disfrutaban de una beca completa que concedía la Junta de Castilla La Mancha a familias sin recursos que, tras presentar su declaración de la renta, estaban dentro de los parámetros necesarios para que los padres no tuvieran que pagar los 90 euros aproximados que se debía abonar al centro por niño cada año, dato que aporta una de las madres afectadas por la suspensión del servicio de comedor, María Vélez Muñoz.
 

Comedor del colegio Rufino Mansi de Alcaudete de la Jara
Foto: Marta Yébenes Uceda
 
La Consejería de Educación a través de los Servicios Periféricos de Toledo reunió el pasado mes de junio a los directores de los colegios de la Comunidad de Castilla La Mancha para informarles de la supresión de todo tipo de ayudas de comedor. A este acto acudió la directora del ya mencionado colegio de Alcaudete de la Jara, Patricia Rubio González, a la que como a todos los allí presentes se le ordenó que convocara a los padres y les comunicara la decisión de la Comunidad. “Se hizo esa reunión general con los padres a mediados de junio, se planteó el tema de que se iban a suprimir todas las ayudas, tanto las becas completas como las medias becas, y que cualquier interesado en el comedor tenía que pagar la minuta completa. Los padres decidieron que no les interesaba”, asegura la directora.
 
“Este año no llevamos a los niños porque el comedor escolar se ha suprimido. No dan becas y, por ello, no hay suficientes niños para que se pueda abrir el comedor”, explica María Vélez. El paro y la falta de recursos económicos son las principales de causas de la no asistencia de alumnos al comedor, como relatan la jefa de cocina y su ayudante, Felicita Martín y Pilar Aranda: “aquí los niños no tienen recursos porque sus padres están en el paro. Todos eran becados”.
 
El mínimo de estudiantes necesario para poner en funcionamiento unas instalaciones escolares alimenticias es de 20 alumnos pero, como indica Aranda, “el comedor puede funcionar con 15 niños y con 7 si fuera preciso”. A pesar de esta predisposición por parte del equipo de comedor, ni siquiera los usuarios de transporte escolar gozan de la hoy codiciada beca que hace unos años disfrutaban sin problema. Como señala Patricia Rubio, “los usuarios de transporte siguen teniendo el desplazamiento gratuito pero no el comedor, cuando salen a las 12 les llevan directamente para su casa”.
 
La suspensión de este servicio educativo en el pueblo de Alcaudete de la Jara no sólo ha causado graves inconvenientes a los padres y al personal de cocina del centro, sino que las cuidadoras que dependían del Ayuntamiento han sido cesadas de su puesto de trabajo. Dicho Ayuntamiento mantenía un convenio con la Junta de Comunidades mediante el cual, en función del número de alumnos que disfrutaban del servicio de comedor, se dotaba a las instalaciones de personal que se encargaba del cuidado de los niños durante su tiempo de comida. Este era el caso de Mercedes Sequera que asegura que estuvo trabajando durante cuatro años como cuidadora de comedor pero que fue despedida porque el Ayuntamiento del pueblo quería que todo el mundo tuviese una oportunidad y se hicieran rotaciones de personal. En estos tiempos esto no sucede y el personal de cocina asegura que “hemos tenido cuatro cuidadoras contratadas por parte del Ayuntamiento y han sido despedidas por la falta de alumnos”, dice Felicita Martín.
 
Despensa del colegio Rufino Mansi
Foto: Marta Yébenes Uceda
El colegio Rufino Mansi parece estar a expensas de lo que diga la Junta de Castilla La Mancha puesto que, en un principio, la desaparición de las becas de comedor era únicamente para este año aunque, para poder reestablecer las ayudas se depende de la  situación económica de los próximos períodos. Es por ello que la directora del centro indica: “estamos a lo que nos manden. Hasta que no tengamos un informe por escrito de la Junta en el que se establezca que tenemos que cerrar definitivamente el comedor debemos dejarlo todo como está”. Lo mismo ocurre con el personal de cocina que tiene alimentos en la despensa por si acaso algún niño se anima a acudir a las instalaciones a comer. A pesar de esto el sentir general de todos, tal y como cuenta Pilar Aranda, es bastante negativo porque una vez que se pierde un comedor es muy difícil reactivarlo.
 
El servicio de alimentación en los centros escolares sirve de apoyo educativo para los padres y profesores encargados de instruir a los niños y enseñarles a llevar una dieta sana y equilibrada. Pero esto no es todo. “El comedor del colegio Rufino Mansi aparte de enseñar a los alumnos a comer de todo establecía unas normas de higiene”, apunta la directora. Precisamente los padres preocupados por la alimentación de sus hijos y la falta de apetito de estos, no dudaría en volver a llevar a los niños al comedor del colegio si se reestablecieran de nuevo las ayudas, como dice María Vélez llevaría a su hijo “de nuevo al comedor porque come muy mal y allí come mucho mejor”.
 
Al suprimir este tipo de becas se está perjudicando a la educación de los alumnos y a que estos se relacionen con otros niños de su edad en el tiempo de la comida. En definitiva, como ha asegurado Pilar Aranda, verdaderamente quien lo ha perdido ha sido el pueblo de Alcaudete y los niños.

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