Silvia Sanz: "La orquesta es el instrumento perfecto, porque trabajas con personas y sentimientos"

21 jun 2013

Silvia Sanz dirige la Orquesta Metropolitana y el Coro Talía | GCT
Silvia Sanz Torre lleva toda la vida dedicada a la música.Realizó sus estudios musicales en el Conservatorio Superior de Música en las especialidades de guitarra, piano, armonía, contrapunto, fuga, composición y dirección de orquesta con el maestro Enrique García Asensio. Su andadura profesional le ha hecho dirigir numerosas orquestas y coros en España y en países como Alemania, Turquía, Corea del Sur,Etiopía, Honduras y El Salvador, por lo que la Asamblea Legislativa de este país le concedió una distinción. Actualmente es directora titular del Grupo Concertante Talía y de sus formaciones musicales.



Pregunta: ¿Qué es la música y qué supone para usted?

Respuesta: La música es toda mi vida y algo que no puede faltar en la vida de nadie. Es algo con lo que llevo muchos años trabajando y es, sobre todo, una vía de escape para cualquiera. Es un arte que puede conseguir que seas más feliz, que puedas hacer nuevas amistades y que puedas disfrutar de sensaciones que no se viven si no tienes algún contacto con el mundo de la música.

P: ¿Cuándo descubrió que su futuro era convertirse en directora de orquesta?

R: Uff, ya ni me acuerdo, hace muchos años. La verdad es que desde pequeñita algo había. Yo siempre he dicho que quería ser directora de orquesta, pero no hay un día en el que te levantes y digas: he decidido que voy a ser directora de orquesta o he decidido que voy a ser pianista, o arquitecta. Es algo que se va fraguando desde que te metes en el mundo de la música y empiezas a disfrutar de ella. Y para mí, cuando empecé a conocer lo que era este mundo, el instrumento más perfecto que hay es la orquesta, porque, a parte de estar trabajando con instrumentos físicos, estás trabajando con personas y creo que eso es lo más bonito que tiene la dirección de orquesta: trabajar con personas y trabajar con sentimientos y con gente.

P: ¿Qué profesor le ha marcado más en su trayectoria profesional?

R: Pues tengo tres y cada uno de un país. Español, realmente mi maestro aquí fue Enrique García Asensio, que es quien me ha dado la técnica que tengo y es con el que hice la carrera en el conservatorio. Técnicamente me ha aportado muchísimas cosas y la técnica de la dirección de orquesta que él enseña es la más clara, que es la técnica de Celibidache. Extranjeros, Aldo Ceccato un italiano que su pasión el mundo de la música y su pasión por la dirección de orquesta me contagió en cuanto le conocí. Es un hombre increíblemente activo y la verdad es que me ha enseñado mucho musicalmente. Y en Alemania, mi maestro fue Helmuth Rilling, que es un gran especialista en Bach y en la música barroca y me ha motivado muchísimo a trabajar, trabajar y  trabajar. Sobre todo, creo que hubo buen “feeling” y cuando le conocí, supo sacar de mí lo que había y supo crearme ese orgullo de tener que llegar al máximo de mis posibilidades. Siempre que voy a hacer un concierto, recuerdo su mirada, recuerdo sus palabras y salgo al escenario para dar más de lo que se supone que tengo que dar.

P: ¿Y cuál ha sido la obra con la que más se ha identificado?

R: Muchísimas, depende del momento en el que la dirijas. Hay tantas obras que te llenan y la siguiente vez que las diriges no sientes lo mismo, o sientes más... A mí me gusta muchísimo la música barroca y también me gusta muchísimo la música sinfónico-coral del siglo XIX. Creo que el unir la música con la palabra y la música con el texto, es algo maravilloso. No estoy muy metida en el mundo de la ópera, pero muchas veces digo que es porque sé lo que tiene y me engancharía de tal forma, que dejaría absolutamente todo sólo por dirigir ópera, y creo que hay todavía muchas cosas que tengo que hacer antes.

P: ¿Qué momento de la historia musical le habría gustado vivir?

R: Cualquiera. Desde ver a Mozart terminando su Requiem o estar en el estreno de la 9ª de Beethoven, o escuchar cualquier obra renacentista en una gran catedral gótica. Cualquiera. Me encantaría meterme en un agujerito e ir pasando por todos esos momentos.

P: Ha colaborado con orquestas de diferentes países en numerosas ocasiones, ¿qué ha aprendido de estas experiencias?

R: Se aprende muchísimo, se aprende sobre todo a valorar lo que tienes. Yo ahora mismo soy directora titular de una orquesta y el poder trabajar con tu propia orquesta, poder sacar el sonido que tú quieres a los instrumentos que están sonando en ese momento, es maravilloso. Se aprende a valorar todo lo que puedes hacer de una forma continuada y de una forma más a largo plazo, porque al ir a dirigir una orquesta, estar una semana y marcharte, puedes dejar algo de tu personalidad, pero es más complicado. Y, como además yo suelo viajar a países un tanto extraños musicalmente, como ir a Etiopía a dirgir un concierto, valoras muchísimo más lo que tienes aquí. Al ir a países donde los chicos que empiezan a tocar un instrumento no tienen casi ni funda para el violín o se hacen un nudo en las cuerdas para poder seguir tocando, porque no tienen dinero para comprarse otra, cuando llegas a Españay ves lo afortunados que somos nosotros aprendes a valorar todomuchísimo más. Y, además, compartir con orquestas que no te entienden el idioma, pero sí te entienden el lenguaje de la música, es fantástico.

P: Después de tantos años dirigiendo orquestas, tendrá alguna anécdota. ¿Qué es lo más extraño que le ha ocurrido durante un concierto?

R: Uff, lo más extraño, lo más extraño... Han pasado muchas cosas, pero recuerdo un Requiem de Mozart que faltaban, yo creo que unos 100 compases para terminar el final, final y se apagó la luz. Hubo como cinco o seis segundos en los que el coro seguía cantando y la orquesta seguía tocando, pero claro, la luz no volvía. Si en esos tres segundos siguientes, la luz hubiera vuelto, el Requiem habría terminado, pero ya después de cinco segundos fue completamente imposible. Lo que pasa es uqe había algunos que seguían cantando, incluso yo me recuerdo a mí misma que seguía dirigiendo y hubo un momento que bajé los brazos y dije: si no me ve nadie, ¿qué hago dirigiendo?. Pero bueno, anécdotas curiosas, pues muchas: que a algún músico se le olviden los zapatos y que tengamos que buscar rápidamente de qué forma puede salir; o que las sillas no estén bien colocadas; o que en un concierto en una iglesia abarrotadísima de gente, el público se cogió las sillas de la orquesta y se sentaron. Son detalles que luego se te olvidan, pero en ese momento te parecen horrorosos y piensas en cómo vamos a solucionarlo, pero es algo que tenemos los músicos, que sabemos improvisar rápidamente y sabemos sacar las situaciones difíciles adelante.

P: ¿Cómo cree que está el mundo de la música, sobre todo la clásica, en estos momentos?

R: El problema no es cómo está ahora. Ahora las cosas están mal, lo sabemos y me da la sensación de que, en general, el público a lo que tiene es miedo de gastar en determinadas cosas que creen que son prescindibles. Y si seguimos pensando que la cultura es prescindible, no vamos a ir a ningún sitio. La cultura es imprescindible, en cualquier país, tenga el nivel que tenga. La cultura puede hacer que el país salga para adelante, todo depende de cómo se enfoquen las cosas. El problema de poner en marcha proyectos en una situación como la que tenemos ahora, no es el poner en marcha un proyecto, sino continuarlo. Es lo difícil y es lo que realmente nos está costando a los que tenemos proyectos propios, el mantenerlos y el conseguir convencer a la gente, convencer al público y  convencer a las instituciones que esto no se puede acabar.

P: ¿Cree que la educación musical en España está por debajo de la de otros países europeos u occidentales?

R: Depende de lo que llames educación musical. Si te refieres a la educación en los colegios, creo que sí, la educación en los conservatorio, no. Estamos sacando músicos que están terminando las carreras y que están haciendo superior en cualquier ciudad de España a unos niveles espectaculares y tenemos músicos en España que salen a competir con grandes solistas en el extranjero para optar a una plaza en una orquesta. Creo que hay que empezar por los colegios. No podemos pensar que la música tiene que ser algo optativo y que se puede prescindir de ello, la música tiene que ser obligatoria desde que empiezan el colegio, desde los 3 años. Evidentemente, todas las materias que se imparten en los colegios son importantes,pero no podemos apartarla, los niños tienen que tener aunque sea un mínimo a la semana obligatorio desde que entran en un colegio.

P: ¿Qué importancia cree que tiene la música en el desarrollo infantil y en la educación en general?

R: Todo. Pero incluso nosotros ahora mismo estamos trabajando con niños desde 6 meses y estamos viendo que los resultados son increíbles a la hora de relacionarse con los demás, a la hora de motivarles, se hacen más disciplinados... Afortunadamente, están saliendo a la luz todos los estudios que aclaran que un niño que estudia música tiene algo especial. Son más serios y responsables, tienen que ser responsables de cuidar un instrumento que cuesta un dinero, tienen que ser responsables de salir a un escenario y dar lo mejor que tienen, se tienen que hacer más compañeros de sus compañeros, etc. La diferencia en las relaciones entre chicos de 10, 12, 14 años que tocan en una orquesta se nota incluso en la forma de hablar entre ellos. Son demasiados beneficios para que no los aprovechemos para enseñar o para que la música esté presente pedagógicamente en todas las aulas y en todos los niveles.

P: ¿Cómo se puede acercar la música a los niños?

R: Millones de ideas, por ejemplo, organizar conciertos pedagógicos y conciertos en familia. Creo que tenemos que convencer no sólo a los niños, que se les convece rápidamente, sino a los padres, que tienen que compartir la música con sus hijos, llevarles a escuchar un concerto, acercarse a los instrumentos, etc.
Quizá somos los músicos los que tenemos que acercarnos, sacar nosotros la música a la calle, acercar nosotros la música a los niños, a los jóvenes, a los mayores, para que la gente no le tenga tanto respeto, tanto miedo. Muchas veces, parece que el público que no está acostumbrado piensa: yo a un concierto de música clásica no voy, a ver si no sé aplaudir cuando tengo que aplaudir, no sé cómo tengo que vestirme, qué tengo que hacer, cómo me tengo que comportar...”. Ahí es donde tenemos que mojarnos un poquito los que nos dedicamos a esto y enseñar a escuchar y enseñar que la música no hace daño, al revés, que te lo pasas muy bien y que no somos bichos raros. La música es música, independientemente del estilo que sea.

P: ¿Qué actividades realiza relacionadas con la música?

R: Todas. Desde que me levanto hasta que me acuesto, incluso por las noches sueño con música, yo creo. Dirijo una asociación que está dedicada sobre todo a la difusión de la música y a la pedagogía a niveles orquestales. Tenemos una orquesta infantil, una orquesta juvenil, una orquesta un poco más profesional, un coro, hacemos actividades con niños desde los seis meses, tenemos talleres musicales, conferencias....millones de actividades que creo que son las que están encaminadas a esa proyección de la música. No sólo la clásica, sino que quizás hay que empezar con un tipo de música más atractiva al público. Por eso hacemos cosas de cine, música de soul, por ejemplo, de forma que la gente le vaya perdiendo el miedo a acercarse, a comprar una entrada, venir a un concierto y que empiece a llegar a cuantos más ciudadanos mejor, sean niños o mayores. Dentro de nuestra asociación y del Grupo Talía, lo que hacemos es justamente eso, abarcar o intentar abarcar todas esas posibilidades: música rock, música clásica, música de jazz...niños, mayores, gente entendida, gente que nunca ha escuchado... hay que extender la red y la tela de araña.

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