Como cada año, da comienzo la campaña por la salvación de aguiluchos en la Comunidad de Madrid. La encargada es la asociación Grefa, una organización dedicada a la conservación de la fauna salvaje que lleva ya más 15 años implicada en el rescate de una especie en concreto: el aguilucho cenizo.
La situación es la siguiente: el aguilucho cenizo es una especie catalogada como “vulnerable” en el Libro rojo de las aves de España. Esto implica una subida de las medidas de conservación por parte del Estado Español. “Se catalogó como especie vulnerable porque sufría un declive de su población”, comenta el coordinador del área de seguimiento de avifauna de la Sociedad Española de Ornitología Juan Carlos del Moral. “Cada autonomía debería de tomar las precauciones para que se frene ese derive y no continúe el declive de la población”, explica.
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| Nido de aguilucho cenizo, Andrés González Menéndez |
El cambio que ha tenido lugar en estos años y que ha puesto en duda la continuidad de la especie es la intensificación de los sistemas agrícolas. Este es el peligro número uno al que se enfrenta el aguilucho cenizo en la actualidad, que encuentra su hábitat natural en los campos de cebada y trigo. “El principal peligro que corren los aguiluchos es la cosecha mecanizada”, asegura el responsable de proyectos de conservación de Grefa Manuel Galán. “Las aves construyen el nido en el suelo, en el propio cereal, algo que no se ve desde las máquinas. Lo habitual es que si el nido no está señalizado, la máquina pase por encima matando a las crías” cuenta.
Por ello en la asociación Grefa realizan un trabajo de campo que consiste en la localización y señalización de los nidos. “Tomamos las coordenadas de los nidos con un GPS para tener localizado el punto exacto”, cuenta Galán. “Luego, y previo a la cosecha, lo que hacemos es marcarlos con unas cañas con un lazo rojo para que se vea desde lejos. Así evitamos que, si la máquina pasa sin avisarnos, los cosechadores se den cuenta”.
Para la localización de los nidos se basan en la observación de los animales. La hembra, que se dedica a incubar, no suele distanciarse del nido. Es el macho el que sobrevuela la zona y llama a la hembra con comida en el pico. En esos momentos, los trabajadores de Grefa localizan el punto al que vuelve la hembra tras recoger los alimentos. Allí suele estar el nido.
La colaboración con los agricultores es un punto esencial en el trabajo que realiza Grefa. Por ello, el último paso es una campaña de concienciación con ellos. “El trato con los agricultores es bueno”, agradece Galán. “La campaña consiste en una charla directa con ellos”.
Pero, tanto desde Grefa como desde la Sociedad Española de Ornitología se apunta a la que sería la solución idónea: un aplazamiento de la cosecha. “Si la retrasamos en 15 días hasta la primera semana de julio, la mayoría de los pollos ya habrían volado del nido”, asegura Galán. “No tendríamos que estar pendientes. En dos meses las crías vuelan perfectamente”. También opina así Juan Carlos del Moral, que la ve como la solución “más rápida y directa”.
Para los agricultores esta no sería una vía del todo rentable. “Las variedades que se originan ahora de cereal cada vez son más tempranas” comenta del Moral. “También está de moda la cosecha en verde porque es económicamente más barato”, explica. Atrasar la venta de la cosecha haría que los agricultores perdiesen dinero. En todo caso, tendría que producirse un retraso a nivel nacional. Además, cuanto más se aplace, hay mayor riesgo de incendio al estar más seco el cereal.
Actualmente existen en Madrid dos cepas de aguilucho cenizo: una en Valdetorres de Jarama y otra en Campo Real. El total de la población española supone casi un 50% de la población europea, por lo que su situación es preocupante. En la colonia en la que trabaja Grefa hay al rededor de 30 parejas reproductoras.
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